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Mis aguadas
Carlos López Dzur
TEXTOS SUELTOS y LIBROS
De Teoría de la sustentabilidad
LOS PERROS Y YO
INDICE
El perro inquisidor
Los perros bravos
Una jauría
Portazos bestiales
Como un perro
Los ingratos
La traición
Los perros y yo
De la perra vida
Y del perro mundo
Si te hallara oliscando mis pisadas, te asesino.
Eres lo que había olvidado: araña que me escupe,
bala rasa que regresa a herirme.
Se ama mansamente, así yo amo.
Tú no. No dialogas, sólo escarbas
viciosamente mis entrañas.
Lamíste mi tristeza con veneno
y mi rabia como quien cura la herida
y luego olvida. Mas ya no es posible.
Hoy no tengo miedo de tus ojos acusadores.
En tu hocico está mi sangre y de tu cola cuelgan púas
y garfios y ortigas. Huyo de tí, tan sólo por cautela.
Tú eres quien me buscas. Yo te dí por olvidado.
Armado estás de colmillos y vas contra mis herejías
y los recuerdos dulces. Un rebaño de vándalos oscuros
es tu presencia. Será mejor que te vayas.
Si te dije véte, lárgate, No vuelvas.
Aprendí en el camino muchas más herejía.
[Puede que vengas por un límite: mi cero tolerancia].
3-11-1980
*
Ladrarán los perros.
No los quietos, mansos, alegres de cola
como el tuyo. No los que tienen lenguas
de charca y babiney colgantes y te lavan la cara,
queriéndote, como yo al besarte en un rincón
entre bloques y varillas al filo de una verja,
vecina de la casa de Don Tano.
A perros como aquellos dimos la bienvenida.
Junto a nuestros pies reposaron e intenté el amor,
besándote en los pechos y la nalgas y echando dedos
en magreo como juncales, estrangulando
tu sed de primicial orgasmo,
tu alegría por mis labios.
Los perros que yo llamo temibles
asaltan a solapos. No ven sol en las bardas.
¡Muerden! Comen del sobrealiento
y echan el tablacho. Atacan en la carne
con dientes afilados y silencio perpetuo.
* * *
*
Has mordido mi mano, perro de serpa.
Me arranchaste cuando había diluído
el escepticismo extremo de Pirrón.
Sarmiento estéril de la songa
son tus pasos y ladridos.
Actualidad, nunca sida, tus posibles babas
adquirbles de tu jeta salivosa.
¡Cómo atacas y llamas a tus mordidas
la endopatía! Ahora te veo en la jauría
del Shabouth y soy tu presa, tu bocado.
No te procuro más.
Has puesto tu ley en útiles de sangre.
Soy tu carroña.
2-18-1981
*
Una jauría no es multiplicidad de animalitos
como aquellos que supieron lamernos
al echar sus patas en tus senos
o estrujar rodillas en tus muslos.
¡Perros hay que duelen más y marcan sus mordiscos!
¡Son como ménades que yo conocí por suplantarte!
Bestias son que despedazan mi canto y el tuyo.
¡Han dejado cicatrices que están inexploradas!
No has vuelto para saberlo; no has coincidido
para ayudarme a olvidarlas.
Sus hocicos se clavaron en mis sámagos.
¡Pero no estás conmigo, perrita dulce del comienzo!
Quedaron ellas, descabezando a Orfeo.
19-6-1977
*
¡Este discurso triunfante de puerta que se cierra
de un portazo y sangra las narices del que llega!
pues se vive en función de lo inmediato.
¡Estos ladridos de perros entrenados
para muerte y combate!
No hay paciencia que aguante un giro
en la rutina cotidiana. Ya se dio todo.
Murió la dialéctica con síndrome de asfixia.
Murió hasta el propio Dios junto a mordiscos.
A varones muy santos y beatas les mordieron.
Y pensar que aún amparados entes, vestidos
del narcisismo de los ángeles se sintieron
tan seguros, protegidos. Querían que se amara
tan incondicionalmente que hasta los perros
descreyeron el pan, el hueso y toda mansedumbre.
¡Qué traición de amor perro y traicionero!
perjuramos con un vínculo enajenante y homicida
que nos hemos vuelto sal en medio de las cosas
y ciudades, en cercanía de esa Lamia
que se quedó sin foro y no obtuvo otro púpito
que el odio y el temor de las jaurías humanas.
* * *
*
«La reflexión práctica pasa de este modo a ser tarea principal de la filosofía. Unido a ello se presenta la noción de responsabilidad»: Emmanuel LevinasCon pretextos, ellos que ladran su egoísmo
te echan, con escante de colmillos
te desgarran, te arrinconan
a un lado.
Da tristeza
Siempre sucede así con los más bravos
en la alianza que se forja con jaurías..
Fallan y, por no dar un lugar
a quien mehor merecen.
Lo aniquilan.
Tracionan la responsabilidad
que consolide una vida y permita
saberse su servicio y gesto hospitalario.
No fue perro de anonimia.
Admitido, lo usaron
y es ahora que, por viejo,
rompen la unión contigo
y practican su derecho al portazo
que le dan en las narices.
07--5-2006
*
Ellos, ya están en pie, viven mejores tiempos.
Fuera de peligro, no creen deberle nada
No lo necesitan y lo dicen
a su modo: «La gratitud no es
para siempre y el intruso molesta».
Un arma de su presencialidad
apunta a su pasado.
La validación universal será
como la bala. Y ese lógos fatulo
quijada, hocico, dentadura
lo destroza..
*
Nunca admitieron
fidelidad original, iniciadora,
que avanzara la lucha
Dizque vencieron solos, no por tener
cerca cprazón como el tuyo.
A final de cuentas, se trata
como al perro
que se le cierra la puerta
y se le aparta lejos
para que nunca see encuentre.
amprado como quiere
con responsabilidad y
cuidado que precede
a la libretad de todos
los hombres ciertamente
honestos.
*
No me saque en cara usted que me haya dado
un hueso y, si nada, ni se preocupe.
Para que el amor se asome
yo nunca pido ni suplico ni espero.
No lamo a ningún amo.
Me voy cuando me toca, e irme se me ha vuelto
el instinto, me recupera para todos los cimientos.
Contribuye a mi entera permanencia dinámica.
Conmigo sucede que es más lo que dejo que lo que guardo.
Yo guardo las pistas de amor cuando las veo
y si con animal me comparo es con el perro
que ensalivó una roca, en tronco de árbol
o cercado de camino, puso señal,
por si le toca el regreso
con el rabo entre las patas,
pero el corazón
siempre con su regocijo.
Un perro mil veces apedreado, mi alma;
la azora la violencia del entorno,
la ingratitud y el rechazo y, alma tengo yo
que aprende su lugar, espacio humilde y alto
no porque sea inefable, no porque sea orgulloso.
Es que soy más solo que el perro, soy zorruno,
vigilo astutamente sin poder evitarlo,
duermo con los ojos abiertos y soy gato,
quieto y frágil, distante, pero instaurador
del noble rincón donde reposo.
Y cuando estoy de buenas
que es casi siempre, acaricio más que el perro
y me guardo el miedo y me siento sagrado.
Usted no me da nada
(¡qué bueno!)
porque de usted nada espero.
Casi todas las cosas que tiene no las quiero.
Me las puede regalar, cortésmente o por piedad
pedir que las retenga, las admita como algún tesoro
que cambiará de dueño, ¿pero sin amor?
todo estorba, hasta una mujer,
hasta el sexo, hasta la risa y la saciedad
y la vejez y la vida... no.
Yo dejo atrás casi todas las cosas,
casi todas las tradiciones, cada convicción
que a larga sea frívola y terquedad,
fatulo sentimentalismo
(egoísmo siquitrillado, chatajeante.
simulacro de absolutos); yo todo lo descubro,
tarde o temprano Y no necesito razones suyas,
justificadoras ni que me ofrezcan cuentas
ni me pidan perdones.
Yo cuando hiedo la mierda, me voy
y si soy yo el apesto, más temprano.
En la distancia es donde más amo
y donde soy más fecundo; con lejanía de por medio,
oigo clarito el llamado de amor
que antes me fue negado.
La nostalgia de mí se vuelve grito, imperio de los ecos,
aunque también la indiferencia del que dijo:
«yo soy el más que te amo», eso se vuelve el ruidoso
«No vuelvas. Te olvidamos». Y lo oigo, por igual
y hasta más conclusivo y claro.
Hay que tener de perro y gato para saber sobre ésto;
pero ser digno, uno para sí ante de ser-quien-pasa
sin ser visto por el otro
y hay que echar distancia emocional
porque si no te matan, te cosifican,
te sacan en cara que estés vivo y van y borran
tu saliva de amor y de recuerdo.
Te hacen la existencia miserable.
08-01-2002
*
Los perros se parecen al hombre.
Ya sólo ladran a la campa,
a fantasmas que van,
quejumbrosos,
sin las ninfas,
sin encinos,
sin la caricia de cosas amadas.
En la campa, sin árboles,
no hay quien siegue ni esparza
las canciones de trilla.
El olor del arroz falta en el balay.
El guiso dentro de la olla.
No hay un hueso que roer
ni leña descocada por el fuego baladrero.
Falta todo, ente y ser,
la esencia y el hallarse.
Madriguera y callejones faltan.
Como al hombre,
que la chavisca arda y cruja
a los perros les gusta, lo demandan.
El perro que asoma su cabeza
sobre el barandal en La Habana
se irguió en sus dos patas.
A mi nombre es que ladra.
Cotejo entre la balaustrada
que me espera.
Que su cola me llama.
Que no quiere peinar canas
y verse solo,
carcamal de sus años
y nostalgia.
4-11-1983
*
¿Hay quien niega la vida? ¿O crea que realmente
es sueño vaporoso o ilusión de engaño?
¿O soledad absoluta? No.
Los perros se te vuelven amigos
con sólo su agitar de cola.
Uno los imagina en su pasado
de carcunda y se estremece;
pero irrumpen dulcemente
y se echan a tus pies y los perdonas.
Te olfatean el corazón, tan dóciles
y sin razón alguna.
Por eso se les ama
porque el pasado de sus pulgas
ya no importa.
Han vencido por el hueso que tiras
su karma de mordiscos atroces.
Se conforman hoy con lamer
el silencio de tu mano extendida.
Cosas hay que los dedos desatan
y que se caen de suyo para quien
olfatea el corazón ajeno
y sus cinco dígitos de mundo.
¡Nadie es tan sensual lamiendo al vilo!
¡qué miseria! sin dar sus cabezadas como uno.
Los perros aceptan lo que das.
Ni más ni menos.
Quiere ser obediente a su modo.
Haya paz o tengas una guerra
en el bandullo, están contigo.
Se echan sobre tu vientre
y te escuchan el hambre
con que amas.
O los enojos.
Se acurrucan a tus pies
y sueñan al unísono que puedes irte,
o vas a desafiar la vida huracanada.
Entonces te lloran como nadie.
Es que los perros
se te vuelven amigos
y se les caen las babas
cuando vas con los ojos
bravos y cardeños
como dos piedrecillas en llamas
y el pelo crespo de calungo.
Los perros, más que un rabo
y un hocico y unos ojos
(que se parezcan a los tuyos)
tienen una antena.
Son tu propia sombra que te clama.
14-7-1980
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Entrevista al autor / El secreto de la flor / La revolución /