FACEBOOK / Carlos López Dzur / Diálogo Digital / UPR / Teoría de la sustentabilidad / en Muestrarianos / Parte Una / Teoría de la sustentabilidad / Carlos López Dzur: Indice / Teoría de la sustentabilidad / Homenaje a Hebe / Kool Tour Activa / Al borde de la palabra / Revista / Microrrelatos / Carlos Lopez en PR / LIBROS / Esteta caribeño / Carlos López Dzur: Escritor chacaloso / PREVIO/ Teoría de la sustentabilidad / Indice /span>000
1. De la sustentabilidad del ser bienvanturado
¿Existe el hombre / o grupo colectivo,
digno de ser llamado bienventurado?
¿Qué se acaba primero: el corazón alegre
o la conciencia sin culpa («gutes
Gewissen») y mediante qué procesos
se opera la aniquilación?
*
¿Es la condición humana un destino de
derrumbamiento y proyección del arrojado
en la historia de lo trágico,
socialmente mediatizado,
trunco o finamente aniquilador?
¿Apoya el proceso de la Naturaleza,
su sabuduría, el don del corazón siempre alegre?
¿Revela la vida, en su progresivo desarrollo,
el designio inteligente,
el que acceso de otros a la dicha,
la contemplación de lo Bello y lo Verdadero,
ambos eventos para el consuelo
del «hombre sensible» y el benévolo?
... porque no pocas veces, leemos,
sentimos o testificamos, que hay gritos
desgarrantes de angustia entre la gente
que muestra su corazón aniquilado,
el fin de la esperanza para quienes
aún lloran por las sociedades diezmadas,
irredentas, o la profusión
de los crímenes impunes…
*
¿Cuál es la correlación entre carácter,
virtud y talento? ¿Desde qué perspectivas
es preciso valorativamente
dar una denuncia a la desfiguración
y enmalecimiento en confines
de la racionalidad limitada que define
este mundo y lacriatura vulnerable,
animal y social que lo vive?
Y planteo la pregunta, porque se ha dicho
y asaz repetido que el posmodernismo
nos plantea una crisis
del relato histórico-filosófico.
Es cada vez más aguda y visible
la agonía moral del hombre
y el ser-en sociedad.
No hay hombre abstracto, universal y general.
El esquema concreto, pero muchas veces míope,
y el sujeto que, en el presente,
está en la mira del posmodernismo cínico-vivaracho,
sin intuición de un pasado que ofrezca pautas
para la predictibilidad de su libertad.
De la teorización, pasada o contemporánea,
que de ésto se ha ocupado, la tendencia ha sido
a ubicar el tema del ser humano
(Dasein, la persona),
su circunstancia y necesidades,
incluyendo la necesidad
y resolución de su libertad,
en presupuestos que carecen
del contenido acerca del bien común
y de la base de la cooperación social.
Necesitaré otra vez repasar
una perspectiva crítica que se abre con el Arte,
la poesía, para comprender la realidad.
Así, por ejemplo, Nathaniel Hawthorne en sus Journals (1837) advirtió: el «ojo certero», óptica del buen entendimiento, no es el de los hombres jacarandosos, sino el de los hombres de pasiones frías. La perspectiva narrativa y filosófica de Hawthorne es casi siempre una penetrante exploración de conflictos espirituales y morales. En sus mejores obras, el examen se dirige a «the gloomy, brooding spirit of Puritanism».
El hombre de pasiones frías es también el que no se compromete. Lo que
observa lo calla y, en silencio, confiesa que, ‘en boca cerrada no entran moscas y, si no es mi asunto directo, uno que me lastima, mejor no me meto.
El carácter fuerte, firme e independiente, contrapuesto al de los ingenios sutiles, compete a la formación y vehiculización de la energía de la voluntad. Es un carácter que se prueba y se verifica, porque, a más vacilante y tomada por sentada es una cosa, se engaña con sus propias máscaras. Alphonse Karr, arguyó que el carácter es triuno: Uno es el que
se exhibe; otro el que realmente se tiene y el tercero es el que se cree tener.
Cuando me planteo cuanto se dice sobre Alfio, el Usurero, en uno de los épodos más conocidos de Horacio, poeta romano nacido entre 65-8 aJC, pienso
que lectores y críticos especulan sobre su esencia en cuanto lo que él aparenta y no lo que él es. Este sería un enjuiciamiento maquiavélico.
En términos tales, Alfio parecerá más un «hombre sensible» que un sabio. El hombre sensible tiende a apreciar lo Bello, pero no siendo sabio, se le puede quitar la noción de su gozo, desfigurándose de paso su carácter. En un «paraíso terrenal», como los que describe William Morris, un hombre sensible puede experimentar la alegría y satisfacerse con el sólo hecho de respirar. El conocimiento de su alma bastaría para llenar sus días, porque un «un alma por sí sola es como un gran pueblo» y la miseria de la soledad una ficción.
Ni el mismo Goethe eludió la noción del carácter que se forma en soledad, al que suele referirlo por el talento, para explicar cómo sacar alguna dicha y provecho del «torbellino del mundo» («in der Strom der Weit»). Sin embargo, en las Reflexiones sobre la filosofía crítica, es donde hallamos una evocación kantiana a la Buena conciencia que es, sobre todo, satisfacción íntima, conocimiento del Espíritu, y cuya expresión externa es el corazón siempre alegre. El prerequisito de esta sustentación de buena consciencia es «una idea clara de la nulidad de los bienes de la fortuna».
En una sociedad desintegrada, como es la sociedad de mercancías, ya aclamada para el éxito social de la dinámica de producción-consumo-producción, la respuesta más fácil se ha concentrado en neutralizar
la tensión entre las diferencias individuales de los entes y grupos humanos y resolver el conflicto con la primacía del artificio (la racionalidad tecnológica) ante la desaparición de lo natural. El asunto de la formación del carácter y cómo se reaccionará ante los artificios y el abandono de lo natural es lo que permitirá mi enfoque al texto horaciano.
Este poeta italiano piensa que el dinero no es suficiente artificio para cambiar la Naturaleza, lo esencial y lo natural en el carácter del hombre:
Naturam mutare pecunia nescit / el dinero no sabe cambiar el carácter natural [Horacio, Epístolas, libro 1, 2, v. 10], del mismo modo que los viajes, las mudanzas de mar y cielo, no cambian el ánimo. Caelum, non animum mutant qui trans mare currunt [Epístolas, 1, 11, 27].
En algún momento de la evolución histórica de la humanidad, un porcentaje de la humanidad, minúsculo o significativo, como haya sido, comenzó una especulación sobre el origen del espíritu humano y la Raza Blanca, poniendo a un lado la fascinación que ocasionara el universo de la materia y la energía. Un pueblo que tuvo el conocimiento avalado de esta especulación fue el ibérico, antes que la referencia a sus costumbres y creencias fuesen destruídas.
Con el nombre de Atlantes se aludió a una casta de constructores y guerreros, raza blanca e hipérbórica, siempre errante hacia el Este, cuyos rivales los atlantes morenos adoraban las «potencias de la materia» y hacían causa común con los dioses traidores que «encadenaron el Espíritu a la naturaleza animal del hombre».
Los atlantes blancos querían moverse hacia una ciudad llamada Agharta (K'taagar), refugio de dioses liberadores, venusinos, construída en la Tierra hacía millones de años y asentada sobre un continente entonces llamado Hiperbórea; míticamente dicho, este fue un recuerdo de sus descendientes o iniciados blancos hiperbóreos para referir que hay una Patria del Espíritu, más allá del origen del mundo creado, siendo pues otra, la Hiperbórea terrestre con un centro isotrópico, «Thule, asiento del Gral que reflejaba el Origen».
Los Sabios Guerreros e Iniciados en el Misterio de la Sangre Pura alegaron que la K'Taagar mítica es la Catigara o Katigara que aparecía en los mapas precolombinos, «cerca de la China». Los Atlantes llegaron a la Península Ibérica y mezclaron su sangre con los representantes de los pueblos nativos, surgiendo así los primeros hitos de la aristocracia de la sangre.
A los pueblos nativos, cuyos formas de vida fueron la recolección de frutos, la caza o el saqueo como guerreros, ofrecieron como su ayuda la enseñanza de la agricultura, el uso del arado de piedra, el cercado mágico de los campos, la ganadería, la domesticación y gobierno de animales útiles a los hombres y, finalmente, el trazado de ciudades amuralladas.
Pero, Belicema Vilca en su carta al Dr. Arturo Siegnagel, explica que la Sabiduría sobre la antoliberación del Espíritu y los Pactos de Sangre enseñados son de mucho más valor que lo instruído sobre la cultura material y explicarían el por qué de instituciones secretas entre íberos y conflictos sangrientos, a lo largo de milenios.
Hay, por razón de las crecientes interrelaciones de cultura, unas similitudes afortunadas, porque por migraciones y contactos han adquirido el lenguaje simbólico como una tecnología que les permitiría registrar las ideas y las técnicas de supervivencia. Ningún otro animal, que no sea el hombre, posee una cultura, con la posibilidad de ser libre dentro de ella y comunicar ideas abstractas a la vez de ocupar cada medio habitable de la Tierra.
La vida del hombre primitivo en la Vieja Edad de Piedra fue bastante miserable; pero, en la Nueva Edad de Piedra (que se fecha entre 10,000 y 3,000 años atrás), en cierto momento, se produjo la Revolución Agrícola. Seis mil años atrás, por primera vez, el hombre del neolítico reclamó el asentamiento de comunidades humanas.
En Jericó, existía una ciudad agrícola. Si bien muchos de los primeros campesinos, conocedores de las temporadas de siembra y cosecha, desconocieron la alfarería y la fundición del hierro, pronto aprendieron la confección de herramientas de piedra, inluyendo el arado. Esto llevará, con el tiempo, a una revolución en la tecnología y las artes. El aldeano campesino irá, progresivamente, hacia el comercio activo.
En artículos de los profesores Rubén Cañado Andalía y Caridad Karell Marí, se explica que los momentos de mayor progreso y novedad en la llamada Revolución Agrícola y que preparan a éstas para el origen de la civilización, fueron el trabajo con metales (en el año 3,100 aJC, en el Cáucaso), la domesticación del caballo (2,500 aJC) en el Asia Central y finalmente, en el Este del Asia, se preparan los albores de la tecnología del hierro, cuya primera mención data de 521 aJC.
____
La zona de emergencia / Las hienas / Novela / Heidegerianas / Hostosianas / Revista HOLA / Mmeoria de la caverna
No hay comentarios:
Publicar un comentario